Rincones de China
Descubriendo las minorías de la China del sur
Fue a finales de mi estancia en la capital china, cuando decidí emprender un viaje al sur del país. Buscaba descubrir nuevos rincones. Quería encontrar algún lugar dónde poder disfrutar del paisaje y sobretodo quería desconectar del tráfico y la contaminación de la ciudad de Beijing.
Descubriendo las minorías de la China del sur
Fue a finales de mi estancia en la capital china, cuando decidí emprender un viaje al sur del país. Buscaba descubrir nuevos rincones. Quería encontrar algún lugar dónde poder disfrutar del paisaje y sobretodo quería desconectar del tráfico y la contaminación de la ciudad de Beijing.
Cogí un avión hasta la ciudad de Guilin, situada en la parte norte
de la provincia de Guangxi al sur oeste del país. Al llegar me quedé
maravillado por el encanto de aquellas montañas. Su estructura rocosa y su
salvaje apariencia me conmovieron muchísimo.
Desde aquél momento supe que ese viaje me marcaría. Hasta el momento,
sólo había conocido la estresada vida de la urbe pekinesa. Había hecho alguna
escapada por Tianjin, Shanghái y por alguna otra ciudad pero nunca antes había disfrutado
de la naturaleza de China.
A partir de mi llegada a ese pequeño paraíso empezó mi corto pero intenso
recorrido. Paseé en barco por los canales de Yangshuo, y me quedé encandilado por el paisaje embriscado.
Conocí a los Zhuang, una minoría que habita en los arrozales de Ping An y que
se caracteriza por el largo pelo de sus mujeres. Dormí en un pequeño hostal del
remoto pueblo de Cheng Yang dónde probé los mejores noodels del mundo. Divisé
un horizonte infinito plagado de arrozales en Zhao Xing. También visité Basha y
conocí los Miao, la última tribu minoritaria china de hombres armados. En este
último pueblo presencié una ceremonia de miles de años de antigüedad en la que
participaban hombres y mujeres de la tribu y nos daban la bienvenida con
bailes, ofrendas y ritos tan extraños como afeitarle la cabeza a un guerrero
con una oz.
La última parada antes de volver a Pekín fue Guiyan, capital de
Guizhou. Fue ahí donde ya empecé a echar de menos todo lo que había vivido.
Nunca había imaginado antes que china me deslumbraría con su riqueza natural y
con su variedad étnica. Realmente es una pena que las políticas del gobierno
chino no apoyen a las minorías que habitan éstos rincones de su país porque sus
tradiciones, ritos y sobretodo su conocimiento del terreno no deben ser
menospreciados ni mucho menos desatendidos.
Deseo que la frase de Pearl Buck “Nada ni
nadie puede destruir el pueblo chino. Ellos son sobrevivientes implacables”, incluya también a estas milenarias tribus
ya que ellos son la viva historia más antigua de nuestro mundo. Éste fue sin duda
mi rincón favorito de China.
Durante mi viaje pude captar algunos momentos mágicos que podéis
ver en este video.